jueves, 5 de abril de 2018

Hola,

Tantos meses sin escribir, escribo ahora en los Cabos, observando un mar muy azul y viendo cómo se rompen las olas en las rocas. ¿Que ha pasado desde hace casi un año? Bueno eso que tanto añoreé, que tanto le pedí a la vida se me dio... Alexa está en vigilancia desde el 7 de enero de este año. No máas quimios, fueron más de 120... no más tratamientos, no más cáncer.

El día que nos dieron la noticia nos citaron muy tempranito en el hospital, tenían que hacerle una biopsia de médula, el PET,  varios estudios que durarían todo el día , la doctora me repetía por teléfono, por mensaje, a todos horas que esto era solo un trámite para terminar el protocolo, que Alexa estaría bien y que nuestra vida volvería a ser la de antes... (ya después regresaré a esta frase).

Con todo el miedo del mundo la acompañé como siempre, ella sabía que tocaba día de chicle (anestesia) y si algo siempre odio fue eso, la anestesia y ella tenían un pleito ya de varios años, así que fui con ella como siempre tome su mano y vi sus ojos llenos de miedo cerrarse una vez más, mientras yo pensaba falta tan poco para dejar esto atrás,

Así que tras varios procedimientos y más de tres horas, la doctora salió y me dijo: el previo de la médula está bien, vayan a desayunar y en cuanto pueda les mando el resultado, así que ya desayunando recibí una foto, era la médula de Alexa con un corazoncito y un ¡Felicidades!, mi hija se graduó, se graduó de esta prueba que no elegimos, qué más bien nos eligió a nosotros, se graduó de los cuidados excesivos, del dolor, de las agujas, de los hospitales, se graduó...

Fui muy ingenua al pensar que ahí terminaba nuestra historia con el cáncer, gracias a Dios dejó el cuerpo de Alexa, pero de donde todavía no se va es de nuestras vidas, hemos ido reconstruyendo  nuestras vidas, pero es que dejo tantos escombros que remover que a veces cada uno de los involucrados no sabemos cómo hacer. Aún no se me va el miedo de escuchar me duele el estomago, la cabeza, o sentir que tiene temperatura es como si alguien golpeara varias veces mi estomago y no se como defenderme, es niña se va a enfermar de otras cosas, al fondo escucho la voz de la doctora recordándome esa frase, pero la mayoría de las veces la ignoro y dejo que el miedo se apodere de mi.

Necesito hacer tanto aun con mi maltratado corazón, necesito aprender a ser madre de Diego, porque durante mucho tiempo no fue mi prioridad, necesito volver a ser esposa de Alejandro y verlo no como a un compañero de lucha sino otra vez como el amor de mi vida, necesito andar por la calle con una sonrisa de oreja a oreja que salga del corazón y no solo sea algo que acomodo en mi cara.

Necesito volver a vivir sin miedo, tal parece que el dolor es como una adicción  y es difícil decirle adiós , necesito enseñarle a Alexa a través del ejemplo que esta enfermedad definió nuestro pasado pero no definirá nuestro futuro,  necesito gritarle a la vida que nada me debe, que si algo le debía ya se cobró y que por fin estamos en paz.

Quiero enseñarle a mis hijos a vivir, a vivir de verdad, iplenos, felices, positivos, sanos, quiero hacer tantas cosas... pero a veces no se si gana el miedo o mis ganas de vivir diferente. Atrás quedaron los por qués... ahora estamos en los para qué, y sin duda la respuesta es para SER Mejores personas, más humanos, más empáticos, para disfrutar la vida sin pensar en el futuro y más bien vivir el presente.

Dejar de tener expectativas de cómo debemos vivir y realmente vivir, dejar de pensar que mañana haré algo porque nadie está seguro que ese mañana llegará, vivir en Dios y pensar que él no se equivoca, que sus tiempos y enseñanzas son perfectos y vivir agradecida porque eso que tanto le pedí me lo concedió... ver a Alexa sana, feliz, y viviendo como niña, nada más como una niña más...

Si alguien me preguntara qué aprendí de estos más de 1000 días de acompañar a Alexa por su prueba, le diría que aprendí que no se vive del pasado ni haciendo planes a futuro, que se vive el ahora porque es lo único que realmente tenemos, les diría que siempre hay alguien que tiene un dolor mayor que el de uno, que no somos los únicos con pruebas, que detrás de la sonrisa que menos esperas se encierra una historia de vida que nunca imaginaste, que los lujos, el dinero, la comodidad importan porque te ayudan a proveer los medios para regresar la salud, pero que al final el único que decide es Dios.

Alexa en estos momentos está por terminar su último año de Kínder, tiene un niño que le manda cartas y extrañamente le canta la mochila azul, tiene ganas de meterse al mar y no salir durante todo el día, tiene ganas de jugarle bromas a su hermano y reírse de él cada que le pasa algo chistoso, Alexa tiene hambre de vivir y con la ayuda de Dios se irá comiendo al mundo cada día de su vida...

Mi proceso creo que será más lento, recuperarme del miedo y la incertidumbre como los adictos me tomara un tiempo, nunca volveré a ser la Lorena que recibió la noticia de cáncer en su hija de 2 años y medio, esa lorena ya no está, pero está bien... tiene que surgir con los días una Lorena más humilde, más feliz, más tolerante, más humana, sé que con la guía de Dios un día la sonrisa será otra vez completamente natural y el puro reflejo de la PAZ que un día conseguiré... por lo pronto seguiré caminando cerca de mi hija, besándola cada que puedo,  diciéndole cómo es que respiro con el ritmo que late su corazón, aprenderé a ser mejor mamá de Diego, mejor esposa, mejor hija, mejor hermana y sobretodo un día no muy lejano habré conseguido pegar los pedazos de mi corazón.

No es una frase al viento ni trillada: vivamos hoy, porque tal vez sea el único momento que nos quede ya.,,

A ti que me lees, prometo escribir más seguido, a todas las que rezaron por mi hija, les pido no dejar de hacerlo que estoy segura que Dios escucho tantas voces pidiendo por Alexa que no tuvo otro remedio que decir: aquí está... su salud de regreso porque tanta gente me lo pide. No nos saquen de sus oraciones ni de su corazón.

Ha sido un largo camino, pero verla sonreír, correr y ser feliz ha hecho que todo, incluyendo el sufrimiento, valga la pena. Que Dios guíe nuestros pasos, que Dios trace nuestro camino y que sea el quien me enseñe a vivir otra vez.

Amén
Lorena

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